lunes, 3 de noviembre de 2014

Mi historia está escrita en Clave de Sol.

De pequeño noté un fuego en mi adentro difícil de controlar, quisiera explicarlo con palabras, pero me temo que miles de frases con contenido justificado no resumirían ni la más mínima sensación de lo que me provocaba el fuego que ardía en mi interior.

Era consciente de la combustión que se estaba cociendo, y sabia que tarde o pronto acabaría estallando. Es por eso que descubrí mil maneras de intentar calmar la ebullición que sentía, pero ninguna lo conseguía a la perfección, hasta que finalmente me topé y por casualidad con la solución que calmaría todas esas sensaciones. Esta solución vestía melodías que adornaban con palabras todo aquello que sentía, es curioso, lo admito, pero la música fue la compañera que se presentó un día por sorpresa en mi vida, y con esta llegaron mis primeras creaciones, que no eran más que la sensación que resumían mis ardores.

Fue así como descubrí mi talento con la música, recuerdo que era muy pequeño y todo lo que creaba me fascinaba, me divertía muchísimo componer canciones, tocar melodías que resonaban en mi cabeza, pero lo que más fascinaba era ver como cada sensación de mi vida la podía trasmitir con una canción. Me sentía realizado y no podía evitar ser infinitamente feliz. La vida seguía avanzando y pasé de ser un niño al que le gustaba jugar con la música a un adolescente enamorado, enamorado de la cosa más bella que la vida me había presentado. Puedo afirmar con todo mi corazón que la música fue sin duda mi primer gran amor.

Pero como ocurre a menudo en cualquier historia, se avecinaban problemas… Las canciones ayudan al 100% de la población, toda la gente necesita música para disfrutar, ahogar sus penas y celebrar, sin embargo y sobretodo en los tiempos que corren, ser músico no es una buena opción laboral, es más parece casi un problema elegir esta opción como tu modo de vida, y si eres de los pocos locos que lo escogen, debes de tener mucha suerte para no hundirte en el camino hacia tus sueños. Por suerte, siempre he tenido una familia que me ha apoyado y ha luchado al máximo para que pueda seguir intentando construir mi camino en la música, y ese gesto junto a mi pensamiento de creer firmemente en lo que hago es la base de que a día de hoy siga intentando vivir por y para la música, a pesar de tener una carrera universitaria que me pueda garantizar un trabajo más seguro en el futuro, a pesar de ser consciente de lo difícil que puede ser este camino y a pesar de los pesares.


Por que mi música la mueve ese fuego que descubrí en mi niñez y describía al principio de esta reflexión, porque sólo las melodías pueden calmar la combustión que tengo dentro y porque sin la música la vida sería un error, pero la mía, no tendría sentido.





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